La mano dura negociadora de Trump somete a Canadá y México

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WASHINGTON. El presidente estadounidense, Donald Trump, logró a su manera el mayor éxito a nivel comercial desde su llegada a la Casa Blanca: el nuevo acuerdo EE.UU.-México-Canadá (USMCA, por su siglas en inglés), que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994.

Los tres países alcanzaron un compromiso tras más de un año de conversaciones, que empezaron después de que Trump catalogase al antiguo tratado como “el peor pacto comercial nunca realizado”.

“Esto es una gran victoria para Trump, no hay ninguna duda sobre eso”, asegura a Efe Monica DeBolle, economista del Peterson Institute de Washington y profesora de la Universidad Johns Hopkins.

Para llegar a la rúbrica del USMCA, el mandatario utilizó mano dura desde el primer momento, cuando amenazó con acabar con el TLCAN y empezó a usar los aranceles como una continua intimidación para que México y Canadá se sentaran en la mesa negociadora.

El siguiente paso de su estrategia fue pasar de las palabras a la acción e imponer gravámenes del 25 % a las importaciones de acero y del 15 % a las de aluminio de Canadá y México, dos de los mayores aliados comerciales históricos de Estados Unidos.

El propio Trump se mostró orgulloso de su “modus operandi” este lunes, al asegurar que “sin los aranceles” no se hubiera logrado cerrar el USMCA, a la vez que recalcó que las sanciones implantadas van a seguir en vigor a pesar del acuerdo trilateral alcanzado.

“Sin los aranceles no estaríamos hoy aquí”, aseveró el mandatario en una rueda de prensa para celebrar el pacto en el Rose Garden, un jardín dentro de la mansión presidencial.

En este sentido, la economista DeBolle destaca “la efectividad” de la retórica de Trump, que incluso llegó a declarar que su vecino canadiense era “el enemigo número uno de EE.UU.” en materia comercial, algo inaudito.

“Trump explotó muy bien ese mensaje y tenemos que darle crédito por eso”, apuntó la experta.

Una vez el pacto fue sellado, se esperaba que el Gobierno estadounidense rebajara la tensión con Canadá y México poniendo fin a los polémicos gravámenes al acero y aluminio anunciados en mayo; un movimiento que no llegó.

Esta postura firme “manda un mensaje a China”, uno de los principales objetivos en materia comercial de la Administración Trump, de acuerdo con las declaraciones del principal asesor económico del presidente, Larry Kudlow, a la cadena de televisión Fox.

“Espero que estén prestando atención”, dijo Kudlow en un tono amenazante.

Sin embargo, lo que sí consiguieron Canadá y México es que Washington se comprometiera a que no aplicará aranceles a los automóviles producidos en esos países, una amenaza que hasta el domingo estaba aún encima de la mesa.

Incluso los líderes del sector automovilístico en Ottawa alertaron de que si el presidente estadounidense hubiera cumplido con esa advertencia, “podría haber llevado a Canadá a una recesión severa”, según declaraciones recogidas por el diario The Washington Post.

“Creo que la intimidación de imponer gravámenes a los automóviles fue una baza que Trump esgrimió con mucha habilidad. Los canadienses y los mexicanos protegieron su industria de la mejor manera que pudieron”, destaca en una conversación con Efe Tamara Kay, profesora de la Universidad de Notre Dame en Indianápolis y experta en acuerdos transnacionales.

Las nuevas normas del USMCA estipulan también que al menos el 75 % de las partes de los automóviles deben ser fabricadas en Norteamérica, frente al 62,5 que establece el TLCAN.

Además, entre el 40 y el 45 % del vehículo tendrá que ser producido por trabajadores que ganan como mínimo 16 dólares la hora.

El pacto ofrece igualmente un mayor acceso al mercado canadiense a los productores lácteos estadounidenses e incluye nuevas provisiones sobre comercio digital y propiedad intelectual.

Todos estos ajustes, que entrarán en vigor a partir de 2020, sirvieron para que Trump se colgara la medalla por cosechar el mayor acuerdo comercial de su legislatura a través de un enfoque muy particular que abre la puerta a que se repita en los próximos meses en otras negociaciones mercantiles.

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