AL FILO DE LAS NOTICIAS
El Hogar de Ancianos San Francisco de Asís, galardonado ayer por el Gobierno con el premio al “Protector de la Persona Envejeciente” por su contribución a los adultos mayores, tiene una larga historia de sacrificios de parte de las enfermeras y las monjas que han pasado por él.
Sor María Romero, una de sus fundadoras, cuenta las precariedades que tuvieron que atravesar durante los primeros años de la década del 50. «Hemos pasado por todo, por mucha hambre, por muchas necesidades para los viejitos. No teníamos ropa para vestirlos, ni agua para lavarlos, no teníamos de nada», narra la religiosa.

Las mismas monjas no tenían camas suficientes, así que algunas tenían que dormir en el suelo.
Años después la cosa empezó a cambiar. El presidente Joaquín Balaguer “hizo un departamento para las hermanas y dos enfermerías para hombres y mujeres”, recuerda Sor María.
Poco a poco la situación fue cambiando al punto de que hoy Sor María Romero considera que “ya nuestra casa es como un palacio”.
Aunque están mucho mejor que cuando empezaron, siempre hay necesidades nuevas en un lugar donde se atienden más de 200 personas de avanzada edad, muchos de ellos totalmente dependientes de que se les dé la comida en la boca, se les bañe y se les cambie el pañal.
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