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Una Colombia que empezaba a salir de la pandemia del coronavirus elegía el domingo a su próximo presidente de entre seis candidatos que prometían diversos grados de cambio ante el aumento de la desigualdad, la inflación, la violencia y el descontento con el status quo.
Dando apertura a la jornada de votación a las 08:00 horas (11:00 GMT), el saliente presidente Iván Duque resaltó que Colombia tiene “una de las democracias más antiguas de este hemisferio” que cada cuatro años realiza una transición ordenada y pacífica en la que se “cede el poder ante el destino marcado por los ciudadanos en las urnas”.
Uno de los candidatos es el exguerrillero Gustavo Petro, que podría convertirse el domingo en el primer presidente izquierdista de Colombia si consigue el 50% de los votos necesario para ganar en primera ronda. Si nadie consigue más de la mitad de las boletas, se celebrará una segunda vuelta entre los dos más votados.
Los sondeos mostraban a Petro a la cabeza, pero por debajo del 50%. Le seguían un magnate populista de los bienes raíces que prometía recompensas económicas por los avisos sobre funcionarios corruptos y un conservador que ha intentado distanciarse del impopular presidente, el conservador Iván Duque.
Son las segundas elecciones presidenciales desde que el gobierno firmó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero el divisivo acuerdo no fue un tema clave de la campaña, centrada en cuestiones como la pobreza y la corrupción.
Será el tercer intento de Petro de presidir el país suramericano. En 2018 fue derrotado por Duque, que no puede optar a la reelección.
Su victoria podría introducir una nueva era política en un país que siempre ha estado gobernado por conservadores o moderados y que marginaba a la izquierda debido a la asociación percibida con el conflicto armado del país. Petro formó parte del ya desaparecido movimiento rebelde M-19 y obtuvo una amnistía luego de firmar un acuerdo de paz en 1990.
Ha prometido ajustes significativos en la economía, como una reforma fiscal, además de cambios en la lucha de Colombia contra los cárteles del narcotráfico y otros grupos armados. Su mayor rival durante buena parte de la campaña ha sido Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, que cuenta con el apoyo de la mayoría de los partidos tradicionales de Colombia y basó su campaña en una política de apoyo al sector empresarial para impulsar la economía.
Gutiérrez ha prometido combatir el hambre ampliando subsidios y alianzas público-privadas de modo que 10 toneladas de comida que se desperdician cada año se destinen a los más pobres.
Un sondeo de Gallup realizado este mes mostraba que el 75% de los colombianos cree que el país va en mala dirección y apenas el 27% apoya a Duque. Una encuesta efectuada por Gallup el año pasado concluyó que el 60% de los entrevistados tenía problemas para llegar a fin de mes.
Los esfuerzos contra la pobreza en el país retrocedieron al menos en una década debido a la pandemia del coronavirus. Cifras oficiales mostraban que el 39% de los 51.6 millones de habitantes de Colombia vivían con menos de 89 dólares al mes el año pasado, una ligera mejora del 42.5% de 2020.
Entre tanto, la inflación del país alcanzó su techo de dos décadas el mes pasado. El gobierno de Duque ha dicho que la tasa del 9.2% en abril forma parte de un fenómeno inflacionario global, pero el argumento no ha calmado el descontento por los crecientes precios de la comida.
Además de los desafíos económicos, el próximo presidente de Colombia tendrá que enfrentar una compleja situación de seguridad y corrupción, una de las principales preocupaciones de los votantes.
Cruz Roja concluyó el año pasado que Colombia había alcanzado su mayor nivel de violencia en los últimos cinco años. Aunque el acuerdo de paz con las FARC se ha implementado, los territorios y rutas de narcotráfico que controlaban los guerrilleros están ahora en disputa entre otros grupos armados como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla fundada en la década de 1960, disidentes de las FARC y el cártel Clan del Golfo.
El sucesor de Duque tendrá que decidir si reanuda las conversaciones de paz con el ELN, que el presidente suspendió en 2019 tras un ataque con más de 20 muertos.
Consciente de las preocupaciones de los votantes, el magnate de bienes raíces Rodolfo Hernández ha convertido el tema en el centro su campaña. Hernández, exalcalde de Bucaramanga, subió de forma inesperada en las encuestas del último tramo de campaña tras prometer que limpiaría el país de corrupción y donaría su salario, entre otras medidas.
Los otros candidatos eran Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y candidato de la coalición de centro: el líder cristiano John Milton Rodríguez y el conservador Enrique Gómez.
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